LA HUELLA
Por donde pases, deja una huella.
Para eso, no es necesario que pises fuerte, que te hagas
notar con autoritarismo, que trates de llamar la atención
con bombos y platillos. No...
No son tus voces de mando, ni tu aspereza, ni tu rigor lo
que marcara el lugar que has ocupado en el trabajo
o en tu casa.
Sera eso de ti que has dado con amor: la palabra al que
necesitaba aliento, la sonrisa al que se acercaba a ti, el
consejo al que te lo pedía; la generosidad para
comprender los motivos que llevan a algunos, a cometer
errores, a herir, a golpear.
Conozco mucha gente que solo hace favores para que se
los agradezcan, o para pregonarlos y que digan:
"que bueno", "que maravilla".
Esos no dejan huellas, ni corazones encendidos en
lámpara votivas.
Para dejar una huella, hay que quedarse un poco en lo que
se hace: la tiza dibujando palabras en el pizarrón del
grado, la esposa planchando la camisa del marido, la mano
apretando con tibieza la manito del hijo...
Para dejar una huella chiquita como una corola de violeta,
no importa su tamaño, sino el signo que indique que
pasaste por allí.
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(Mensajes para el alma)