En tres tiempos se divide la vida: Pasado, presente y futuro. De estos el pasado, que tanto nos preocupó en su día, hoy se nos antoja brevísimo, se nos ha pasado muy rápido; el presente lo tenemos en nuestras manos y lo tenemos que jugar con las cartas que tenemos y nunca decir que son malas, aunque sepamos que otros las tienen mejor que nosotros; el futuro, tal vez incierto, vivámosle como si fuera un viaje por el mar: Habrá días buenos y días con borrasca. Lo importante es saber ser buen Capitán de nuestro barco para llegar al puerto.
Los hombres somos como los vinos: La edad estropea los malos, pero mejora los buenos. Si nos paramos a contemplar a las personas vemos que “en los ojos de los jóvenes arde la llama mientras que en los de las personas mayores, brilla la luz” (Víctor Hugo y esa luz nos ilumina las dos fuerzas que nos ayudan a vivir: El olvido y la esperanza, olvidándonos de todo cuanto nos traiga malos recuerdos, para desterrar los sufrimientos y tener esperanza de disfrutar de una vida llena de tranquilidad y paz interior y alegrar la vida a cuantos nos rodean.