La Navidad es una de las fiestas más importantes de la Iglesia
porque en ella celebramos que el Hijo de Dios se hizo hombre para
abrirnos las puertas del Cielo, para enseñarnos el camino para
la vida eterna.
La Navidad, a pesar de ser una fiesta cristiana, se ha popularizado
en todo el mundo. Efectivamente, hasta los no creyentes celebran
"las fiestas de diciembre", como se les dicen. Los regalos, los pinos
adornados y los Santa Claus abundan en esta época y el gasto
familiar se eleva a las nubes.
Por desgracia, el verdadero sentido de celebrar el nacimiento de
Cristo se ha transformado en un mero intercambio de regalos, tal como
lo hacían los paganos griegos y romanos para las fiestas de la
Saturnalia, es decir, el inicio del invierno.
Un poco de historia.
Emmanuel significa Dios con nosotros. La celebracion de la
Navidad nos recuerda que Dios no está lejos, sino muy cerca de
nosotros.
En Navidad, celebramos al Niño Jesús que es Hijo de Dios.
En Él, Dios nos mostró su rostro humano, para salvarnos y
amarnos desde la tierra.
¿Qué nos enseña la Navidad?
La celebración de la Navidad es un momento privilegiado para
meditar en el texto evangélico de San Lucas 2, 1-20, en donde se
narra con detalle el Nacimiento de Cristo. Podemos reflexionar
las virtudes que encontramos en los diferentes personajes
involucrados y luego, aplicarlas a nuestra vida:
María nos enseña a ser humildes, a aceptar la voluntad de Dios,
a vivir cerca de Dios por medio de la oración, a obedecer a Dios
y a creer en Dios.
José nos enseña a escuchar a Dios y hacer lo que Él nos diga
en nuestra vida, aunque no lo entendamos y a confiar en Dios.
Jesús nos enseña la sencillez. A Dios le gusta que seamos sencillos,
que no nos importen tanto las cosas materiales. Jesús, a pesar de
ser el Salvador del mundo, nació en la pobreza.
Los pastores nos enseñan que la verdadera alegría es la que viene de
Dios. Ellos tenían un corazón que supo alegrarse con el gran
acontecimiento del nacimiento de Cristo.
El 25 de diciembre se celebra la Navidad. Dios se hizo hombre
para abrirnos las puertas del Cielo y enseñarnos el camino
para la vida eterna. Jesucristo es luz, amor, perdón y alegría
para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
La Sagrada Familia nos da ejemplo de la aceptación de la
Voluntad de Dios, viviendo con sencillez, humildad y alegría
el nacimiento de Jesús en el Portal de Belén.
"En una ciudad llamada Nazaret vivía una joven llamada
María. María amaba mucho a Dios y estaba comprometida para
casarse con un hombre muy bueno que se llamaba José y era
carpintero.
Un día, se le apareció a María el Ángel Gabriel mandado
por Dios y le preguntó si quería ser la Madre del Hijo de Dios y
le explicó que el Espíritu Santo vendría sobre ella. María contestó
que sí aceptaba.
José se preocupó mucho cuando María le dijo que iba a tener un
bebé. Pero una noche, Dios le mandó a José un mensaje. El ángel
le dijo en sueños que no dudara en casarse con María pues el Hijo
que Ella estaba esperando era el Hijo de Dios y que salvaría a los
hombres del pecado. José despertó y fue a buscar a María, la llevó
a su casa y cuidó de ella.
En aquellos días el Emperador César Augusto, dio la orden de que
todos tenían que ir al pueblo de donde eran sus familias para
empadronarse. José formaba parte de la familia de David que
eran del pueblo de Belén. Entonces José y María tuvieron que ir
al pueblo de Belén. El viaje fue muy difícil para la Virgen María
porque ya había llegado el momento de que naciera el bebé.
Tan pronto como llegaron a Belén, José empezó a buscar donde
descansara María, pero no encontró ningún lugar porque todas
las posadas estaban llenas de gente. Al final, José encontró
un establo y llevó ahí a María.
Al poco tiempo, nació el Niño Jesús. María envolvió al niño en
pañales y lo acostó en un pesebre que José había preparado.