Voy a contarles a ustedes lo que a mí me ha sucedido,
que es la emoción más profunda que en mi vida yo he sentío.
Fue en Nueva York, una Nochebuena,
que yo preparé una cena pa invitar a sus paisanos.
Y en la reunión, toda de españoles,
entre vivas y entre oles por España se brindó.
Pues aunque allí no beben por la ley seca,
y sólo al que está enfermo despachan vino,
yo pagué precio de oro una receta
y compré en la farmacia vino español,
vino español, vino español…
El vino de nuestra tierra,
bebieron en tierra extraña,
¡qué bien que sabe ese vino,
cuando se bebe lejos de España!
Por ella brindamos todos
y fue el fin de aquella cena.
La Noche Buena más buena,
que soñar pudo un español.
Mas de pronto se escuchó,
un gramófono sonar.
¡Callar todos! dije yo.
Y un pasodoble se oyó nos hizo suspirar.
Cesó la alegría.
Ya todos callaban,
ya nadie reía,
todos lloraban.
Oyendo esta música,
allá en tierra extraña,
¡¡¡ eran nuestros suspiros,
suspiros de España !!!
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