EL ALZAR DE MIS MANOS
El alzar de mis manos, Señor,
suba a ti, como ofrenda de la tarde,
y el clamor de mi humilde oración,
sube a ti, como incienso en tu presencia.
Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios
y no dejes Señor,
que se incline a la maldad mi corazón.
Mis ojos, Señor, están vueltos a ti.
En ti me refugio, no me abandones.
Guárdame del lazo que me han tendido,
líbrame de la trampa del malhechor.