Los primeros europeos: Alrededor del 43.000 a. C., el Homo sapiens emigró de África a Europa a través de Oriente Próximo. Se han hallado restos de los primeros europeos en asentamientos de la actual Europa del Este, lo cual sugiere la ruta que pudieron tomar estos humanos.
Los hallazgos arqueológicos en la región francesa de Dordoña han llevado a bautizar a los primeros europeos como hombres de Cro-Magnon, en honor a los lugares en los que se han hallado sus asentamientos. Los hombres de Cro-Magnon eran diestros en la fabricación de útiles; usaban huesos y astas para elaborar arpones y lanzas cuyas sofisticadas puntas se desprendían tras alcanzar su objetivo para causar más daño.
Habitaban en tiendas y refugios y eran un pueblo nómada de cazadores-recolectores que se extendió por el norte de Europa. Sus principales fuentes alimenticias fueron el reno, el mamut y el buey salvaje. A medida que la temperatura del planeta aumentaba, el paisaje y los recursos empezaron a cambiar.
Este nuevo tipo humano presenta no sólo nuevas características físicas, sino, además y fundamentalmente, un gran desarrollo y sofisticación cultural, desde la perfección alcanzada en las herramientas, armas y utensilios de uso diario, hasta la impactante belleza de las pinturas realizadas en numerosas cavernas.
El medio físico y climático en el que se desenvolvió nuestro antepasado directo fue el de los diferentes interestadios de la última gran glaciación, por lo que seguramente siguió habitando cavernas y todo tipo de abrigos naturales para protegerse no sólo de las inclemencias y variancias del tiempo sino también del probable ataque de otros animales. Estos aún pertenecían al tipo de fauna fría, integrada por osos de las cavernas, mamuts lanudos, caballos, rinocerontes de tres cuernos, zorros, renos y bisontes. Así, el hombre y los animales debieron adaptarse a una superficie en la que los líquenes, musgos y montes bajos.
El hombre de CROMAGNON fue un gran cazador, los grabados de animales que pintó y grabó en las paredes de las profundas y oscuras cavernas no servían de ornato, sino que representan probablemente el deseo de influir mágicamente en el éxito de la caza, por esta razón se cubrían una y otra vez sin prestarles la menor atención preciosas y artísticas representaciones de animales, cuando existía la necesidad de capturar alguna nueva especie cinegética, se confería especial sentido a los nuevos grabados.
El norte de Europa se convirtió paulatinamente en una zona boscosa poblada por cerdos, osos y ciervos, hecho que obligó a desarrollar nuevos métodos de caza. Los habitantes de estos parajes utilizaron los ríos para viajar desde las zonas litorales hacia el interior a través de densas selvas y, poco a poco, fueron asentándose en diversas regiones.
Estos asentamientos y el ascenso de las temperaturas tuvieron una repercusión fundamental en la evolución del ser humano. Cuando los animales de gran tamaño que habían sobrevivido en la tundra se extinguieron y los recursos alimenticios empezaron a escasear, el hombre aprendió a domesticar animales y a sembrar cosechas. Alrededor del año 10000 a. C. dio comienzo el Neolítico o la edad de la agricultura.
Fuente Consultada: Atlas de Historia del Mundo