Guitarra, así eres tú.


Susurras y es tu voz dulce y galante.
Tus notas son a un tiempo risa y llanto.
De día eres jovial y desbordante.
De noche sufre el alma al oír tu canto.

Guitarra, así eres tú, clara y sombría.
Ocaso de una luz triste y salvaje.
Recuerdo del ayer tu melodía.
Preludio del mañana tu linaje.

Ni el más grande pintor ha concebido,
ni un dios del Monte Olimpo ha recreado,
la fuerza que en tu cuerpo se adivina.

Aquél que te ha escuchado y ha sentido
el tacto de tu piel, se ha condenado.
Tan sólo quien te toca te imagina.