Corría el año 1904 y aquella tertulia, que había abierto
el gallego Ramón María del Valle-Inclán en el Nuevo
Café de Levante, hervía por las noches con la flor y
nata de los intelectuales de la Generación del 98 y los
artistas más significados, entre ellos Ignacio Zuloaga,
Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria,
Chicharro, Beltrán Masses o Rafael Penagos.
Y aquella tarde noche del 13 de mayo de 1904 el que
sorprendió a todos los presentes fue Pío Baroja.
Porque cuando se estaba hablando de los españoles y
de las distintas clases de españoles, el novelista vasco
sorprendió a todos y dijo:
“La verdad es que en España hay siete clases de
españoles… sí, como los siete pecados capitales. A
saber:
1) Los que no saben;
2) los que no quieren saber;
3) los que odian el saber;
4) los que sufren por no saber;
5) los que aparentan que saben;
6) los que triunfan sin saber, y
7) los que viven gracias a que los demás no saben.
Estos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a
veces hasta “intelectuales”.