TERAPIA MENTAL
Del libro: Cura y Liberación
De José Carlos Lucca
Las amarguras nos hacen sufrir, de ahí porque debemos interpretar
quien nos ofende como a un enfermo.
Si respondemos la ofensa guardamos con nosotros
la caja de basura que nos fue lanzada.
La enseñanza de Cristo
es una verdadera terapia mental.
Chico Xavier
*Lecciones de Sabiduría, organización de
Marlene Rossi Severino Nobre,
FE Editora Periodísticas.
En la visión de Chico Xavier,
la amargura podría
ser equiparada a una
enfermedad transmitida
por la bacteria de la ofensa
y que se desenvuelve
en nuestro organismo
cuando no la combatimos
con el antídoto del perdón.
Cuando cobijamos la ofensa
en nuestro mundo interior,
cuando quedamos rumiando en la mente
las palabras que nos dañaron y
muchas veces partimos
para la rebeldía ,
nos sumergimos en una
lucha de basura energética,
con todas las consecuencias
negativas que tal conducta implica,
siendo la principal de ellas
la erupción de muchas enfermedades.
No podemos controlar
lo que los otros dicen a nuestro respecto,
tampoco las actitudes que tienen hacia nosotros.
Mas si tenemos el control y
la responsabilidad sobre la manera
de como reaccionaremos en todo eso.
La amargura no es la única posibilidad
que se tiene ante una ofensa.
Usando un lenguaje figurado,
Jesús propone que,
si alguien golpea nuestra mejilla,
pongamos también la otra.
Cuando Jesús pide para que lo hagamos así,
en verdad el está enseñándonos ano
actuar de la misma forma que el agresor,
no devolviendo la ofensa,
no devolviendo la agresión.
Jesús está mostrando que tenemos
otra opción además de la represalia.
Si devolviéramos la ofensa,
estaremos nivelándonos
a quien nos agredió, y así quedaremos
con la caja de basura que nos fue lanzada.
La agresividad es un mal que hace mal a quien la práctica.
Pagar el mal con el bien es la mejor defensa para nuestra paz.
Muchas veces, nuestros problemas provienen del exceso
de basura emocional que tenemos guardada a lo largo de la vida.
Necesitamos hacer una gran limpieza
en nuestra mente y tirar todos los escombros.
El médium Chico Xavier afirmaba
que el perdón es terapéutico,
porque cicatriza las heridas emocionales
causadas por las pedradas de las ofensas.
No perdonar es cobijar al mal dentro de sí,
y, como el mal atrae al mal,
damos oportunidad para que
surjan en nuestra vida molestias,
perturbaciones espirituales, dificultades financieras,
agresiones, accidentes, problemas amorosos, etc.
No perdonar es asumir para sí la ley de la venganza,
con el consecuente retorno a nosotros mismos
de todo el mal que haya salido de nuestros pensamientos,
palabras y actitudes.
Vamos a recordar que seremos
juzgados por la misma ley
que juzgamos a los otros,
conforme nos enseñó Jesús
No perdonar es condenarse; perdonar
es obtener la absolución para sí mismo.
Perdonar es soltar el dolor,
es dejar de ser víctima.
Perdonar es no permitir que nuestra vida
sea controlada por otros.
Perdonar es reconocer que la persona que nos ofendió
también está herida y enferma.
Perdonar es abrigarse en un poderoso escondrijo
contra la maldad ajena.
Perdonar es atraer la salud para el cuerpo
y paz para el espíritu.
Perdonar es quitar todos los nudos
que atan nuestra vida.
El perdón es un regalo que primero
se ofrece a uno mismo.
Es un buen baño que tomamos
cuando nos sentimos sucios.
Es estar acomodado en una cama suave y
cómoda después de años de dormir en el suelo.
El perdón es el camino más seguro
para quien quiere volver a ser feliz.
Quien desea cura y liberación
para sea vida precisa hacer del perdón
una práctica diaria y permanente.
Comience ese trabajo ahora mismo,
enseguida que termine de leer este capítulo.
Me gusta un ejercicio mental
que hago imaginando mis heridas y mi culpa
como globos que están atrapados en mi cuerpo.
Todo lo que tengo que hacer para perdonar es quitar
los que me atan a esos globos y soltarlos en el aire.
Visualizo fuertemente los globos subiendo
a las alturas hasta que desaparecen por
completo de mi vista y de mi vida,
y hago eso con inmenso deseo de querer desligarme
definitivamente del mal que entró en mí.
Sugiero que usted haga ese ejercicio
sintiendo Jesús a su lado ayudándolo
a soltar los globos y así llevarlos muy lejos de su vida.
Perdonar es eso: soltar, liberarse de
algo que nos amarra al sufrimiento,
dejar ir o que nos machuca.
Mas es preciso querer soltar, querer desligarse,
porque muchos prefieren aguantar el dolor
o culpa de castigar a los que lo ofendieron
o de flagelarse con el propio sufrimiento.
Compararía esta actitud con un verdadero suicidio.
Quien no perdona a los demás ni a sí mismo
se está matando poco a poco.
A Dra. Robín Casarjian, terapeuta americana,
anota en su libro pesquisas científicas
que identificaron como característica psicológica-clave
de las personas con tendencia al cáncer
una inclinación a guardar resentimientos
y una marcada incapacidad de perdonar.
Por eso es cierto lo que dice Chico Xavier
al afirmar que las amarguras
nos hacen enfermar y que el perdón es una verdadera terapia mental,
pues saca de la mente la basura
que puede caer en nuestro cuerpo.
El perdón es de esa forma el más
eficiente remedio para la cura
y liberación de nuestros males.
Mas la decisión de tomar el remedio
es de cada uno de nosotros.
Estaré apoyándote y pidiendo
a Jesús para que suelte
los globos que están impidiendo tu felicidad.
El camino para tu felicidad no parte de las personas
y de las cosas para llegar a ti;
parte de ti en dirección a los otros.
Michel Quoist