Quimera-
Eres tierna, como las hojas verdes de la rosa;
eres dulce, como un panal de miel, en tiempo de recolección;
eres bella y sencilla, como las amapolas silvestres en primavera.
Eres niña mi ilusión; eres mi fuerte, eres chiquilla una quimera.
¿ Quien se pone a tu lado que no sienta escalofríos. ?
Y el temor, a enamorarse de tu corazón generoso;
que no se lo entregas a nadie; porque es un tanto caprichoso.
Como nacen las aguas de un rió; así nace tu sonrisa.
Fresca, pura y limpia.
Tu mirada tímida, tiene el poder de un fuerte imán;
guardas en ella la dulzura; la ternura, el saber y la atracción;
de todos los que te ansiamos, te adoramos, más no te podemos alcanzar.
Porque eres símbolo de la expresión sin la necesidad de hablar;
se puede entender lo que dices; solo con las miradas cruzar.
Cuando me pongo a tu lado se me quiebra la voz;
quisiera gritar tu nombre y siento en el pecho una opresión;
y tiemblo como un volcán, que espera una gran explosión;
que se respira en el aire, por el estremecimiento;
de los fuertes latidos de tu corazón.
Ni siquiera tengo el valor de verte en sueños;
porque tienes la escultura y la felina agilidad de la bonita pantera.
Tu cuerpo espigado de finos modales;
cortan el aire con el contoneo de andares;
con arte, y muy naturales.
No quisiera decirte palabras, que pudieran sonar a lamentos:
pero sonarían en tus oídos, como música, llena de sentimientos;
más había que ser valiente y tener el atrevimiento;
de mirarte a los ojos, y ver a una mujer y no;
a un gran monumento.
Tienes la fuerza de la tormenta; y también la claridad y el calor;
que más tarde se experimenta, cuando se humedecen los cuerpos,
producto del amor y de la experiencia.
Me pasaría a tu lado un gran tiempo en silencio;
para oír como ahora; la música que estoy oyendo;
que me transporta hacia ti con sones angélicos.
Para escribirte; tengo que acordarme de ti y;
necesariamente te veo; más no tengo valor para escribirte;
lo que de verdad pienso y deseo.
Porque me dominas hasta en el pensamiento.
Así tengo que quererte aunque tu no me quisieras;
por eso, después de escribir; sigues siendo para mí;
un tormento y una quimera.
Tengo miedo de pensar, de quererte y de soñar;
me prohíbo el pensamiento para no poderte adular;
más tengo el convencimiento que no me puedo engañar.
Como doblegas mi razón y no me puedo defender;
porque pienso con el corazón, y no vivo la realidad.
Parece que me has embrujado y dominas mi pasión y
cuando me arrimo a tu lado, anulas mi credo y cualquier religión.
Soy esclavo de ti; como lo es la sal; del agua del mar;
como lo son las estrellas, del universo;
como lo es el amanecer del Sol;
como lo es el agua del rió, de las gélidas montañas y
como el querer del corazón.
Así soy yo que te quiero aunque no tenga el valor.
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Domingo Ouviña San Isidro.@
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