Me lo contaron ayer las lenguas de doble filo: Que te casaste hace un mes, y me quedé... tan tranquilo.
Otro cualquiera en mi caso se hubiera echado a llorar. Yo, cruzándome de brazos, dije que me daba igual.
Nada de pegarme un tiro, ni liarme a maldiciones, ni apedrear con suspiros los vidrios de tus balcones.
¿Que te has casado? Buena suerte. Vive cien años contenta, y a la hora de la muerte Dios no te lo tenga en cuenta... Que, si al pie de los altares mi nombre se te borró, por la gloria de mi madre que no te guardo rencor.
Porque sin ser tu marído, ni tu novio, ni tu amante, yo soy quien más te ha querído. Con eso tengo bastante.
RAFAEL DE LEON
|