Si, no lo niego, volvía
triste a Sevilla, indeciso...
pero en llegando Dios quiso
que escuchara el alma mía
la misma voz que ya un día
costó a Adán el paraíso. Porque Sevilla es, señores,
para nuestra perdición,
un paraíso en que son
serpientes las mismas flores.No sé qué hechizo se fragua
en sus patios y jardines
que aquí tientan los jazmines
y aquí emborracha hasta el agua.En Sevilla pretender
no amar, viviendo, es querer
hundirnos en el calor
de un horno al rojo y no arder,
porque aquí todo es mujer
y toda mujer, amor..Mujer la ciudad que inclina
su frente a la verde espalda
de la campiña vecina;
de mujer, la cristalina
cinta del río en su falda
y morena y femenina
la carne de su Giralda.
Y, siendo en todo mujer,
para el viajero que ausente
de ella sufre al volver,
por fuerza tiene que ser
Sevilla la confidente
D/A