Si alguien toca un día a tu puerta, Diciendo que es un emisario mío No creas, ni aunque sea yo; Que mi vanidoso orgullo no intentaría Tocar siquiera la puerta irreal del cielo. Pero si, naturalmente, y sin oír A alguien tocar, la puerta fueras a abrir Y encontraras alguien como a la espera De tocar, medita un poco. Ese era Mi emisario y yo y lo que intenta Mi orgullo que desespera ¡Abre a quién no llama a tu puerta!
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