Me pareció oportuno unir este artículo con el video de John Lennon. Confieso que he sucumbido al temor de ser tachada de triste, de “aguar” la alegría navideña. Qué error el mío!, si precisamente de eso se trata, de que estas Navidades que se “aguan” por hablar de lo que es en realidad la Navidad, no son más que un tremendo y triste fiasco, esto en lo que convertimos la Navidad es lo que produce la tristeza y no el ánimo íntimo de uno.
ESTO DE SER HOMBRE
Cada año, cuando llega la Navidad, no puedo menos de volver a preguntarme cómo es posible que lo honbres –y sobre todo los creyentes – hayamos vaciado tanto de sentido esto que decimos celebrar.
Cómo la Navidad se nos ha quedado en una serie de fiestas o comilonas, y cómo, incluso los que dicen creer, no tienen ni idea de aquello en lo que creen y lo dejan todo en una alegría barata de panderetas y buenos sentimientos.
Para mí, la Navidad siempre ha sido vértigo, y pienso que una persona cualquiera tiene todo el derecho del mundo a creer o dejar de creer que Dios se ha hecho hobre, pero a lo que nadie tiene derecho es a creer eso sin echarse a temblar, a decir esa frase – “Dios se hizo hombre”- y pronunciarla como quien acaba de decir que “dos y dos son cuatro” o que “en invierno hace frio”.
Porque si se cree en esa transmutación, a uno se le rompen todos los esquemas, se desbarajusta toda nuestra lógica, se descoyuntan todos los conceptos que tenemos. Porque, de pronto, si Dios puede hacerse hombre, es que son mentiross todas las ideas que solemos tener sobre Dios y estamos muy equivocados sobre lo que realmente es ser hombre.
Navidad nos trae un Dios distintoy un hombre distinto. Lo primero lo resumió muy bien Von Baltasar en muy pocas líneas: “Al servir y lavar los pies a su criatura, Dios se revela en lo más propio de su dignidad y da a conocer lo más hondo de su gloria”
Exacto: en Navidad muere, en cierto modo, el Dios de los filósofos y aparece el Dios todo-enamorado y, por tanto, todo-débil, todo-entregado en manos de su hijo, el hombre. Navidad nos muestra que la verdadera grandeza de Dios no está en haber creado el mundo, sino en su disponibilidad para renunciar a su grandeza por amor.
Ese es el milagro de los milagros.
Los antiguos Padres de la Iglesia entendieron esto mucho mejor que nosotros. Dejadme hacer una sola cita entre mil posibles. Aquella en la que San Gregorio de Nisa afirma que “prueba mucho más patente de su poder que la magnitud de sus milagros es el que la naturaleza omnipotente fuera capaz de descender hasta la bajura del hombre. El descenso de Dios es lo verdaderamentemuestra su poder. La altura brilla en la bajura, sin que, por ello, quede la altura rebajada”.
Este es el “nuevo”, el “verdadero” Dios que la Navidad nos muestra: el Dios “rico en misericordia”, el Dios “loco de amor”.
Pero si la Navidad cambia el concepto que tenemos de Dios, mucho más transforma la visión que tenemos de lo que sea “esto de ser hombre”. Cuando uno contempla ese orgullo que tenemos la mayoría de los contemporáneos, que empiezan por poner a la Humanidad por encima de Dios, uno se asombra, porque realmente no ha sido ése el pensaiento de los verdaderamente grandes entre los hombres. Tal vez nadie ha sido tan cruel con la condición humana como los mejores de esa misma raza. ¡ Qué definiciones de la Humanidad encuentra uno en las páginas de la literatura o de la filosofía a lo largo de los siglos! Permitidme que acumule unas cuantas:
-Para Homero, “no hay cosa , de cuantas respiran y andan sobre la tierra, más lamentable que el hombre “.
-Para Séneca, “el hombre es algo abyecto y vil, a menos que logre elevarse por encima de la Humanidad”.
-Plinio el Viejo asegura que “entre los animales que natura creó, sólo el hombre llora, sólo el es ambicioso, solo él es soberbio, sólo él es supersticioso y sólo él desea vivir mucho tiepo y hacer la sepultura en que ha de enterrarse.
-Uno de nuestros clásicos castellanos, Matelo Alemán, afira que “el mejor hombre, cuando bueno, es un poco de polvo. Escojan qué polvo quieren ser, si de tierra o de ceniza, porque no hay otro”.
- Y finalmente, por citar un semicontemporáneo, Ganivet ironizaba que “el mejor hombre, por mucho que valga, vale menos que el volumen del aire que desaloja”.
Es difícil encontrar algo más negro que estas frases con las que los hombres se definen a sí mismos, ¿Y “eso” es lo que se ha hecho Dios??
La Navidad prueba que esas definiciones son o falsas o incompletas. Y tiene razón Ortega cuando afirma que “si Dios se ha hecho hombre, es que ser hombre es lo más importante que se puede ser”.
Efectivamente: puede que el alma del hombre no valga mucho más que el aire que su cuerpo desaloja; pero, en todo caso, es un alma “capaz de Dios”. Y un recipiente se valora por aquello de lo que es capaz, aquello que puede caberle dentro.
Y la Navidad grita que al hombre le cabe dentro nada menos que Dios y con ello estira nuestro corazón hasta el infinito. Y ahí está el verdadero –el único- motivo de nuestro orgullo: en Belén hubo un “crecimiento del ser”, un estiramiento de la condición humana que ya no dejará de crecer hasta el final de los tiempos.
En realidad, “todos nacimos en Belén”, lo mejor de nosotros mismos nació en Belén. Desde ese día, no es sólo que Dios esté con nosotros, es que está “en” nosotros, es que “es” nosotros, uno de nosotros. ¿Cómo, entonces, reducir la historia de la Navidad a un asunto de pandereta y turrones?.
José Luis Martín Descalzo
“… pero a lo que nadie tiene derecho es a creer eso sin echarse a temblar, a decir esa frase – “Dios se hizo hombre”- y pronunciarla como quien acaba de decir que “dos y dos son cuatro” o que “en invierno hace frio”.
Porque si se cree en esa transmutación, a uno se le rompen todos los esquemas, se desbarajusta toda nuestra lógica, se descoyuntan todos los conceptos que tenemos. Porque, de pronto, si Dios puede hacerse hombre, es que son mentirosos todas las ideas que solemos tener sobre Dios y estamos muy equivocados sobre lo que realmente es ser hombre…”
Eso creo yo, cada quien vaya por la vida como quiera, pero si nos declaramos creyentes, si llevamos ese “escudo” y ese estandarte, no hay derecho a hacer de y enla Navidad esto que hacemos. Nos enfadamos con los tristes porque es como un insulto a la Navidad, pero qué entendemos nosotros por Navidad?, es que acaso se trata de esa alegría por el hijo nacido, como por cualquier nacimiento???. Acaso es tan sólo eso , el nacimiento de un niño?, Algunos se escandalizan cuando malentienden que el hacer hincapié en la humanidad de Jesús signifique una infravaloración de su significado. NO, es que fue siendo hombre como se rebeló la divinidad de su voluntad y de su ejemplo, sí, no de su mensaje, sino su vida humana. A El sí le importaron los medios, sí le importó el impulso,los medios y el fin buscado y fue fiel y coherente su obra con su palabra, No hay derecho a adueñarnos de su nombre de su autoridad y ponerlos como cortina que esconda y suavice nuestro caminar.
No tenemos derecho a afirmar “creer” y atenernos solo a rituales a hacer un Dios a nuestra medida, exigente con los demás, y comprensivo con nosotros, hacer oídos sordos a nuestra conciencia, a asistir reconfortados embutidos en un buen abrigo a misa y dar una limosnasin verle la cara siquiera al mendigo(´´eso por cierto es todo un símbolo de lo que es una actitud en nuestra vida ) , dando por cumplido el compromiso y sin voltear la cara para no ver al herido.
Largamos discursos y acudimos a rituales, textos, campanitas, sonrisas, felicitaciones, todo ello para que una gran sonrisa tape, también en estas fechas, nuestra forma de vivir este cristianismo. No claro que no se trata de quitar las felicitaciones y las guirnaldas ni la misa del gallo, se trata de que lo que se conmemora se traduzca en obras, y no en obras tan vanas , artificiales y efímeras como las tarjetas de navidad o los reenvíos de pps y sms, sino de que realmente trabajemos ese nacimiento dentro de nosotros y si no, hagamos lo que siempre tendremos a nuestro alcance, reconocer nuestra verdad.
DiceMartín Descalzo con Ortega que “ si Dios se ha hecho hombre, es qu ser hombre es lo más importante que se pueda ser.”
Pero Martín Descalzo lo dice argumentando en contra de las otras definiciones que previamente citaba, sin embargo yo creo que no están equivocadas, ni falsas, no en su totalidad, pues son una denuncia de ese proyecto de hombre, y la prueba la tenemos a nuestro alrededor y en nosotros mismos es capaz de lo mejor pero también de lo peor. Así que, en mi forma de ver, no se contradicen, sino que precisamente lo que se reclama del que presume de “creyente” es que tiene la obligación de darle dignidad a ese ser hombre
Bien, lo es, es importante cuando hace uso de esa cualidad que le ha sido concedida para ser distinto del resto de animales, es decir la de evolucionar conscientemente, reflexivamente, que es algo más que usar la inteligencia para sacar el mejor partido de la vida, aunque probablemente si bien se entendiera, estaría implícito.
Mientras nuestras buenas acciones y actitudes provengan sólo de nuestro interés por nosotros mismos, como indivíduos, no se está haciendo honor a eso que Dios nos manifiesta, somos hermanos puesto que somos hijos de una misma fuente. Cada uno puede tener su forma de vida, sus capacidades e intereses, pero por sobre todo ello ha de mantenerse esa vinculación con el hermano, ocuparse del hermano es ocuparte de ti y ése sería el sentido de “la caridad empieza por uno mismo”, y no como se utiliza justificando el “primero yo”.
Ya basta de golpes de pecho y caminar sin mirar donde se pisa. Vivamos cada quien como le venga en gana, hagamos de nuestra capa un sayo si es nuestro gusto, pero no presumamos de un sello al que no respetamos.
Ser cristiano no es ser miembro de un club de futbol en el que se cumple “divinamente” con cuatro gestos, pagar la cuota, lanzar tres “hurras” en el campo, darse de bofetadas con quien tenga la desfachatez de hablar contra tu equipo y luego.. el resto de tu vida es cosa a parte, puede que además de motu propio te guste a ti también hacer deporte, pero eso es sólo una cuestión incidental, que no afecta a tu integridad en cuanto miembro del club.
“Al servir y lavar los pies a su criatura, Dios se revela en lo más propio de su dignidad y da a conocer lo más hondo de su gloria”
Es decir, Dios se “agacha” hasta llegar a su creación, no es “poder”, es humildad, el poder que lleva implícita la humildad, no es un gesto aprendido, como no puede serlo la honestidad en nuestros sentimientos y en lo que decimos creer; por el contrario, humildad y honestidad son incompatibles con los “gestos” aprendidos.
reducir la historia de la Navidad a un asunto de pandereta y turrones?.
y cuatro gestos de felicitaciones y lindas palabras de fraternidad mientras nuestro corazón se mantiene raquítico y fiel a nuestras particulares normas ?. No , gracias.
Alegría por decreto?? No gracias. Mire usted, la alegría de ese nacimiento va mas allá de la alegría de que vino una vida al mundo, una vida que luego puede dedicarse a segar otras, la alegría proviene de que quien nació dedicó su vida a ser la luz para que viéramos que todos somos partes de un único cuerpo, la humanidad,yque estamos obligados a mimar cada parte porque así nos cuidaremos a nosotros mismos,
Cuando juzgamos y criticamos a los que no tocan la pandereta en navidad, ¿sabemos cómo han sido las navidades en su vida?, sabemos qué momento crucial están atravesando?, conocemos su soledad o su preocupación por la falta de comida en esos días o cómo buscar un regalo que no entristezca a sus hijos o a sus padres o a sus hermanos, o a sus amigos?. Sabemos qué otras batallas sí hayan peleado y ganado antes de encontrarse agobiados esta Navidad?. No, la verdad es que sabemos bastante poco de la gente que nos rodea, pero les miramos mal, juzgamos y condenamos por no festejar esa fiesta de la que hemos olvidado su sentido. Pareciera que, de no resultarnosindiferentes,nos ensañáramos más haciéndoles sentir impertinentes por sus precariedades.
Es muy cierto que personas en circunstancias muy desfavorables las afrontan con entereza, otras no pueden y la Navidad encuentra susentido precisamente en que ellos sientan el apoyo, el amor en definitiva, de los que tienen más, bueno, ese amor del que presumimos a todas horas.
Esa es la tristeza que se masca en Navidad, señores alegres, y ver ese fiasco no nos impide derramar lágrimas de emoción y vergüenza cuando comprobamos que otros no hicieron oidos sordos al llamamiento y SÍ están alegres de cuidar de todos esos miembros que están en peor situación ( sea ésta del tipo que fuere), y que tienen buen cuidado de no dañar a ninguno de ellos porque les duele “en carne propia”.