Un hombre estaba sentado
tranquilo, leyendo el periódico, cuando su mujer,
furiosa, llega de la cocina y le salpica una hostia
con una sartén que casi le revienta la cabeza.
- ¡Por Dios! ¿Pero, qué coño te pasa?
- ¡¡¡Es por el papelito que encontré en el
bolsillo de tu pantalón, cabrón, con el nombre de
"Marylou" y un número!!!
- Joder, cariño... ¿te acuerdas del día que fui a
los caballos? Pues Marylou era el caballo al que aposté, y
el número es cuánto estaban pagando por la apuesta.
Satisfecha, la mujer se retiró pidiéndole
disculpas.
Días después, estaba él nuevamente sentado tranquilo,
cuando recibe otra soberana hostia, pero esta vez con
la olla a presión.
Aturdido y cabreado le dice:
¡¡¡¡¡¡COJONES, pero se puede saber qué coño te
pasa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Nada, cariño. Tu caballo al teléfono