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General: EN LA HORA DELA CRUZ
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Cigana  (Mensaje original) Enviado: 02/04/2010 17:25

 

EN LA HORA DELA CRUZ

Cuando el Maestro se alejó del Pretório, soportando el madeiro la que fuera sentenciado por el pueblo en desvario, pungentes reflexiones le asomaban al pensamiento.

Que hube hecho campana el bien?

 Que hube deseado la los perseguidores campana la bendición de la alegría y la visita de la luz?

Cuando recibirían los hombres el don de la fraternidad y de la paz?Devotara-sí la los enfermos con cariño, se hube encariñado la los discípulos con fervor...

Sin embargo, se sentía angustiadamente sólo.

Le dolían los hombros dilacerados.

Porque fuera liberado Barrabás, el rebelde, y condenado él, que reverenciaba la orden y la disciplina?

En derredor, judíos irritados lo amenazaban irguiendo los puños, mientras legionarios semi-ebrios proferían maldiciones.

La saliva de los perversos le fustigaba el rostro y, inclinándolo para el suelo, la cruz enorme pesaba...“Ó, Padre! – reflejaba, avanzando difícilmente – que hice para recibir semejante flagelación?”

 Ancianas humildes intentaban confortarlo, pero, curvado cual se veía, ni aún les divisaba los semblantes.“Porque la cruz? – continuaba meditando, angustiado – porque le cabía tolerar el martirio reservado la los criminales?”

Acordó los niños y las mujeres simple de la Galiléia, que le comprendían la mirada, recordando, nostálgico, el gran lago, donde sentía la presencia de lo Todo-Compasivo, en la bondad de la naturaleza...

Lágrimas calientes borbotaram-le de los ojos heridos, lágrimas que sus manos en el conseguían enjuagar.

Si hube turbado-le la visión y, incapaz de malas seguro equilibrio sobre el pedregulho del camino angosto, tropezó y se cayó de rodillas.

Guardas rudos vergastaram-le la hace con malas violencia.Algunos de ellos, sin embargo, creyéndolo bajo incoercível cansancio, obligaron Simão, el Cireneu, que volvía del campo, la auxiliarlo en la conducción del madeiro.

Constrangido, el labrador tomó sobre los hombros el terrible instrumento de tortura y sólo entonces consiguió Jesus levantar la cabeza y contemplar la multitud que se adensava en torno.Y observando la turba airada, oh! sublime transformación!...

 Notó que todos los circunstantes estaban esposados la tremendas cruces, invisibles la la mirada común.

El primero que puede analizar particularmente fue Joab, el cambista, viejo compañero de Anás, en los negocios del Templo.

 Él se hallaba atado al lenho de la usura.

 Vociferaba, afligido, escancarando la garganta sequiosa de oro.

En el lejos, Apolônio, el soldado de la coorte, se mostraba agarrado la la enorme cruz de la luxuria, repleta de gusanos roazes la que le devoren el propio cuerpo.

 Caleb, el incensador, berrava frenético, sin embargo, se presentaba jungido al madeiro del remorso por homicidios ocultos.

 Amós, el mercader de cabras, arrastraba la cruz de la enfermedad que lo forzaba la sostenerse en vigorosas muletas.

 José de Arimateia, el amigo generoso, que lo seguía, discreto, si hallaba preso al frío lenho de los deberes políticos, y Nicodemos, el doctor de la ley, junto de él, vergava, mudo, bajo el estafante madeiro de la vanidad.

Todas las criaturas de aquel extraño ajuntamento traían consigo flagelaciones diversas.

El Maestro las reconocía, acabrunhado.

Eran cruces de ignorancia y miseria, de revuelta y concupiscência, de aflicción y despecho, de envidia y iniquidad.Intentó concentrarse en mayor examen, pero, piadosas mujeres en lágrimas se acercaron de él, de improviso.- Señor, que será de nosotros, cuando partieras? – gritaba una de ellas.- Señor, te compadece de nuestra desventura! – suplicaba otra.- Señor, nosotros te lamentamos!...- Mestre, pobre de ti!Cristo fitou-las, admirado.Todas exhibían asfixiantes padecimientos.

Vio que, entre ellas, Maria de Cléofas traicionaba la cruz de la maternidad dolorosa, que Maria de Magdala pranteava bajo la cruz de la tristeza y que Joana de Cusa, que hube venido igualmente la las celebraciones de la Pascua, sufría, bajo el madeiro de la boda infeliz...

Azorragues le lamieron la cabeza coronada de espinas.

La multitud comenzaba la moverse, de nuevo.

Era preciso caminar.

Fue entonces que el Celeste Benefactor, acariciando la propia cruz que Simão hube pasado a cargar, en ella sintió precioso reviento de esperanza, con que el Padre Amoroso le agraciava el testimonio, la fin de que las semillas de la renovación espiritual felicitaran la Humanidad.

 Y, enderezando compasiva asestada la las mujeres que lo cercaban, pronunció las inolvidables palabras del Evangelio:- Hijas de Jerusalén, en el lloréis por mí!...

Llorad, antes, por vosotros mismas y por vuestros hijos, porque días vendrán en que diréis: bien-aventurados los vientres que en el generaron y los senos que en el amamantaron!...

 Entonces, clamaréis para los montes: Me Caí sobre nosotros! – y rogaréis la los outeiros: Cubridnos! – porque, sí al madeiro verde hacen esto, que se hará con el lenho seco?

 Libro Cartas y Crónicas

 - Espíritu Hermano X

 - Psicografia Francisco C. Xavier.

 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Scarlata901 Enviado: 02/04/2010 17:50
Cigana linda!!!!!!!!!!! como estas amiga? cuanto me alegro
de leerte! tus tablas son ejemplares! gracias por compartir!
feliz viernes Santo..


 
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