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General: Los bigotes del tigre..
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: ©Anita Maria©  (Mensaje original) Enviado: 22/05/2010 05:32

 

 

Una mujer joven llamada Yun Ok fue un día a la casa

de un ermitaño de la montaña en busca de ayuda.

El ermitaño era un sabio de gran renombre, hacedor de ensalmos y pociones mágicas.

Cuando Yun Ok entró en su casa, el ermitaño, sin

 levantar los ojos de la chimenea que estaba mirando dijo:

- ¿Por qué viniste?

Yun Ok respondió:

- Oh, Sabio Famoso, ¡estoy desesperada! ¡Hazme una poción!

- Sí, sí, ¡hazme una poción! ¡Todos necesitan pociones!

¿Podemos curar un mundo enfermo con una poción?

- Maestro -insistió Yun Ok-, si no me ayudas, estaré verdaderamente perdida.

- Bueno, ¿cuál es tu problema? -dijo el ermitaño, resignado por fin a escucharla.

- Se trata de mi marido -comenzó Yun Ok-. Tengo un gran

 amor por él. Durante los últimos tres años ha estado

 peleando en la guerra. Ahora que ha vuelto, casi no me

habla, a mí ni a nadie. Si yo hablo, no parece oír.

 Cuando habla, lo hace con aspereza. Si le sirvo

comida que no le gusta, le da un manotazo y se

va enojado de la habitación. A veces, cuando debería

estar trabajando en el campo de arroz, lo veo sentado

ociosamente en la cima de la montaña, mirando hacia el mar.

- Si, así ocurre a veces cuando los jóvenes vuelven a

 su casa después de la guerra -dijo el ermitaño-, Prosigue.

- No hay nada más que decir, Ilustrado. Quiero una

poción para darle a mi marido, así se vuelve cariñoso y amable, como era antes.

- !Ja! Tan simple, ¿no? -replicó el ermitaño-. ¡Una poción!

Muy bien, vuelve en tres días y te diré qué nos hará falta para esa poción.

Tres días más tarde, Yun Ok volvió a la casa del sabio de la montaña.

- Lo he pensado -le dijo-. Puedo hacer tu poción. Pero

el ingrediente principal es el bigote de un tigre vivo.

Tráeme su bigote y te daré lo que necesitas.

- ¡El bigote de un tigre vivo! -exclamó Yun Ok-. ¿Cómo haré para conseguirlo?

- Si esa poción es tan importante, obtendrás éxito -dijo

 el ermitaño. Y apartó la cabeza, sin más deseos de hablar.

Yun Ok se marchó a su casa. Pensó mucho en cómo

conseguiría el bigote del tigre. Hasta que una noche,

 cuando su marido estaba dormido, salió de su casa

con un bol de arroz y salsa de carne en la mano.

Fue al lugar de la montaña donde sabía que vivía el tigre.

Manteniéndose alejada de su cueva, extendió el bol

de comida, llamando al tigre para que viniera a comer.

El tigre no vino.

A la noche siguiente, Yun Ok volvió a la montaña,

 esta vez un poco más cerca de la cueva. De nuevo

ofreció al tigre un bol de comida. Todas las noches

Yun Ok fue a la montaña, acercándose cada vez más a

la cueva, unos pasos más que la noche anterior.

Poco a poco, el tigre se acostumbró a verla allí.

Una noche, Yun Ok se acercó a pocos pasos de la cueva

del tigre. Esta vez el animal dio unos pasos hacia ella y

se detuvo. Los dos quedaron mirándose bajo la luna. Lo

 mismo ocurrió a la noche siguiente, y esta vez estaban

tan cerca que Yun Ok pudo hablar al tigre con una voz suave y tranquilizadora.

La noche siguiente, después de mirar con cuidado los

ojos de Yun Ok, el tigre comió los alimentos que ella

le ofrecía. Después de eso, cuando Yun Ok iba por las

noches, encontraba al tigre esperándola en el camino.

Cuando el tigre había comido, Yun Ok podía acariciarle

 suavemente la cabeza con su mano. Casi seis meses

habían pasado desde la noche de su primera visita.

Al final, una noche, después de acariciar la cabeza del animal, Yun Ok dijo:

- “Oh, Tigre, animal generoso, es preciso que tenga uno

de tus bigotes. ¡No te enojes conmigo!” Y le arrancó uno de los bigotes.

El tigre no se enojó, como ella temía. Yun Ok bajó por

el camino, no caminando sino corriendo, con

el bigote aferrado fuertemente en la mano.

A la mañana siguiente, cuando el sol asomaba desde el mar,

 ya estaba en la casa del ermitaño de la montaña.

- ¡Oh, Famoso! -gritó-. ¡Lo tengo! ¡Tengo el bigote del tigre!

Ahora puedes hacer la poción que me prometiste

para que mi marido vuelva a ser cariñoso y amable.

El ermitaño tomó el bigote y lo examinó. Satisfecho,

pues realmente era de tigre, se inclinó hacia adelante

y lo dejó caer en el fuego que ardía en su chimenea.

- ¡Oh señor! -gritó la joven mujer, angustiada- ¡Qué hiciste con el bigote!

- Dime como lo conseguiste -dijo el ermitaño.

- Bueno, fui a la montaña todas las noches con un

bol de comida. Al principio me mantuve lejos, y me fui

acercando poco cada vez, ganando la confianza del

tigre. Le hablé con voz cariñosa y tranquilizadora para

 hacerle entender que sólo deseaba su bien. Fui paciente.

Todas las noches le llevaba comida, sabiendo que no comería.

Pero no cedí. Fui una y otra vez. Nunca le hablé con aspereza.

Nunca le hice reproches. Y por fin, una noche dio unos pasos

 hacia mí. Llegó un momento en que me esperaba en el camino

 y comía del bol que yo llevaba en las manos. Le acariciaba

la cabeza y él hacía sonidos de alegría con la garganta.

Sólo después de eso le saqué el bigote.

- Sí, sí -dijo el ermitaño-, domaste al tigre y te ganaste su confianza y su amor.

- Pero tú arrojaste el bigote al fuego -exclamó Yun Ok llorando-. ¡Todo fue para nada!

- No, no me parece que todo haya sido para nada

-repuso el ermitaño-. Ya no hace falta el bigote.

Yun Ok, déjame que te pregunte algo: ¿es acaso un

hombre más cruel que un tigre? ¿Responde menos al cariño y la comprensión?

Si puedes ganar con cariño y paciencia el amor y

la confianza de un animal salvaje y sediento de sangre,

sin duda puedes hacer lo mismo con tu marido.

Al oír esto, Yun Ok permaneció muda unos momentos.

Luego avanzó por el camino reflexionando sobre la

verdad que había aprendido en casa del ermitaño de la montaña.

Moraleja de esta bella reflexión:

Cuando ciertas situaciones se escapan de

nuestras manos y no sabemos que hacer, entramos

 en un estado de casi desesperación que muchas

veces turba nuestro entendimiento. Y muchas

personas optan por recurrir a quienes pretenden

darles soluciones mágicas a los problemas. Pero

debe tenerse en cuenta que si esas soluciones mágicas

existieran de verdad, los problemas no existirían,

 ya que desaparecerían de la vida de la gente.

 En la antigüedad, los magos y los alquimistas

pretendían encontrar sustancias que resolvieran

los grandes temas que preocupaban a las personas:

La riqueza, la salud, la juventud, el amor, y muchos

otros. Y realmente sería fantástico conseguir

alguna pócima que, por ejemplo, nos permitiera

tener para siempre la felicidad. O que existiera

realmente el Nepente, que era un remedio que,

según los antiguos, curaba los males del

espíritu, como la tristeza, la melancolía, la angustia.

Pero nada de eso existe. En cambio, la tristeza,

la infelicidad, la angustia, la melancolía, sí existen;

 existen de verdad. Y en los días en que vivimos

parecen tener cada vez más fuerza. A veces la

gente pone mucha fe y muchísimo esfuerzo

(y en ocasiones mucho dinero) para cumplir

a rajatabla las indicaciones de los que

aportan soluciones mágicas. Y, casi seguro, no obtendrán ningún resultado.
Pero no se dan cuenta de que si pusieran el mismo

 empeño y la misma confianza en conseguir

 la solución a través de un método real, tangible,

con los pies sobre la tierra, seguramente obtendrían

los resultados esperados, pero de verdad. Y tengamos

en cuenta que, si bien los brebajes, filtros y pociones

mágicas no existen, hay otras cosas que no lo son,

 pero parecen: El amor, la familia, la amistad.

Cuidémoslos. Ellos son el gran Nepente de nuestros

días y con la ayuda de Dios todo nuestro problemas

se pueden resolver, nada mas es cuestion de pedirselo

 y veras que tus problemas se iran para nunzca volver.

 

Cristianos.com

 

 

 

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: ArOmA De mUjEr Enviado: 22/05/2010 13:13

Te deseo un maravilloso fin de semana¡¡¡

Gracias por ser parte de nuestra Comunidad...

besotes1oz6.gif image by MANOLY_BCN

 



 
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