
Miro tus ojos cansados tu faz que agostó la vida; miro la nieve caída en tus cabellos dorados.
Eres la misma que fuiste, toda tú en manos y cara. Antes Noemí y ahora Mara, la misma, mucho más triste.
Te ves como en un espejo en mi mirada cansada, y piensas, sin decir nada, que yo también estoy viejo.
Si no paz, y si no olvido, espero algo, y tú también. Estamos en un andén después que el tren ha partido.
Ezequiel Martinez Estrada
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