Bebo del agua limpia y clara del arroyo y vago por los campos teniendo por apoyo un gajo de algarrobo liso, fuerte y pulido que en sus ramas sostuvo la dulzura de un nido.
Así paso los días, morena y descuidada sobre la suave alfombra de la grama aromada, comiendo de la carne jugosa de las fresas o en busca de fragantes racimos de frambuesas.
Mi cuerpo está impregnado del aroma ardoroso de los pastos maduros. Mi Cabello sombroso esparce, al destrenzarlo, olor a sol y a heno, a salvia, a hierbabuena y a flores de centeno.
¡Soy libre, sana, alegre, juvenil y morena, cual si fuera la diosa del trigo y de la avena! ¡Soy casta como Diana y huelo a hierba clara nacida en la mañana!
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