DÉJAME ENTRAR...
Déjame entrar en ti por las esquinas, tocándote la mano con la mano, el brazo en la cintura si caminas, o el beso del amigo o del hermano. Pero ábrete también a mis deseos, con impulsos desnudos y humedades, sin escrúpulos y sin titubeos, con invasiones y voracidades.
Texto de Francisco Álvarez Hidalgo
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