"El SEÑOR no dejará hambrear el alma del justo; mas la iniquidad lanzará a los impíos" (Proverbios 10:3).
Tenemos un Dios que se preocupa con nosotros, que nos guarda en cualquier circunstancia y que prometió suplir todo de que necesitamos. Él también sacia nuestra alma de refrigerio y alegría.