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Hoy he podido comprender hija mía
lo mucho que te he podido querer,
al ver que se acerca muy pronto el día
en que ya muy cerca no te podré tener.
Pues un sentimiento en mi has dejado
de un amor de padre muy profundo,
que sin ser hija mía, te he amado
como a nadie he querido en este mundo.
Aunque a mi vida, tarde hayas llegado
al nacer en una cuna distinta a la mía,
mi amor de padre por ti no ha cambiado
desde que te conocí en aquél bello día.
Tan dentro en mi corazón te has adentrado
que jamás de el no te he podido sacar,
al ver que te vas serás parte de un pasado
del que nunca de mi vida te podré arrancar.
Adiós hija mía, hoy vengo a decirte
Aunque mis lágrimas me las tenga que tragar,
la espalda darte en el momento de irte
para que así no veas mis ojos llorar.
Y ya cuando te encuentres en la lejanía
y pienses en el amor de padre que te pude tener,
aunque hayas nacido en una cuna distinta a la mía
hija mía, ¡como yo nadie te podrá querer!
Autor: Norberto Sierra Hernández
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