Poner la oreja.
La sensibilidad se acrecienta en estado de calma.
La credibilidad crece al entregarse al otro para poder influir
después, en lugar de dar consejos fuera de contexto.
Saber escuchar exige dejar de juzgar, crear un espacio de silencio
que conecte con el potencial para poder responder con
responsabilidad sabiendo manejar las propias emociones .
Se recuerda el 5% de lo que se escucha, el 25% de lo que
se ve y el 90 % de lo que se hace. Por lo tanto, hay que
escuchar activamente, con entusiasmo, haciendo de la
escucha una un acto.
El gran maestro de la escucha fue Sócrates quien escuchando
lograba un milagro: hacía parir ideas.
Saber escuchar es conocer tanto al interlocutor como para decirle:
"Lo que tú eres resuena tan fuerte en mis oídos que no
puedo escuchar lo que me dices".