Mujer de ébano, que un día fuiste mía; No has de perderte en mis recuerdos. Y es que no quiero perderte, si anoche fuiste viajera en mis sueños.
¿Que las hace diferentes? Solo el matiz y una piel ardiente.
No hubo dolo en nuestras emociones y si el deseo por el deseo, no surgieron lanzas para herir pechos ajenos. pero ambos quedamos satisfechos.
Hoy yo, soy una página de tu libro amoroso y tú, ahora, las queridas letras de estos versos. Que dos amigos resguardamos con celo; cumplidores tan solo de un mandato del universo.