Busqué de flor en flor
en un jardín encantado,
el rocío dulce de unos labios rojos,
el perfume fresco de una piel de nardo.
Toqué sus pétalos suaves
sus cabellos despeinados,
negros como la noche,
como la noche a tu lado.
Tomé por fin con cuidado
sus largos y dorados brazos,
adornados de hojas verdes
y espinas que hirieron mis manos.
Creí encontrar la flor
que yo tanto había buscado,
flor de pétalos abiertos
que otro ya había robado,
llevándose aquel rocío
de sus pétalos rosados.
Comprendí que aquel rocío
se hallaba de mi cercano,
en un capullo nacido
a mitades del verano.
Busqué y hallé muchas flores
en un jardín encantado,
pero solo una de ellas
lleva el rocío que amo.
D/A