Él vestido de besos caminaba desnudo por las trémulas
calles que el amor propició, ebrio y más desfilaba por los besos cual
vino que bebió de la boca de la dama que amó.
Ella abierta cual
rosa, mariposa dormida, con sus pétalos todos donde el grito murió, de
alas frágiles mudas entregadas al lecho hace poco testigos de una guerra de
amor.
Y allá mutuo fue el gozo, más allá del ombligo, derramado
hasta el pubis en intenso temblor, contrastaba el temor de sentir lo
sentido: la terrible sospecha que asechaba el amor.
Él a pasos
lejanos olvidando el camino recitó tartamudo y agarrando
valor incoherencias pueriles de un complot del destino, de un regalo de
cielo y un milagro de Dios...
Incoherencias pueriles improbables y
burdas... Ilusiones de vida... semillitas de amor...