La tentación se llama amor
o chocolate.
Es mala la adicción.
Sin paliativos.
Si algún médico, demonio o alquimista
supiera de mi mal
cosa sería
de andar toda la vida por curarme.
Pues tan
sólo una droga,
con su cárcel
del olvido me salva de la otra.
Y así, una
vez más, es el conflicto:
O me come el amor,
o me muero esta noche de
bombones.
Texto de Juana Castro