La enfermedad de Alzheimer (EA), también denominada mal de Alzheimer, o demencia senil de tipo Alzheimer (DSTA) o simplemente alzhéimer[1] es una enfermedad neurodegenerativa,
que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales.
Se caracteriza en su forma típica por una pérdida progresiva de la memoria y de otras capacidades mentales, a medida que las células nerviosas (neuronas)
mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian. La enfermedad suele
tener una duración media aproximada después del diagnóstico de 10 años,[2] aunque esto puede variar en proporción directa con la severidad de la enfermedad al momento del diagnóstico.
La EA es la forma más común de demencia, es incurable y terminal, que
aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad.[3] Los síntomas de la enfermedad como una entidad nosológica definida fue identificada por Emil Kraepelin,[4] mientras que la neuropatología característica fue observada por primera vez por Alois Alzheimer en 1906.[5] [6] [7]
Así pues, el descubrimiento de la enfermedad fue obra de ambos
psiquiatras, que trabajaban en el mismo laboratorio. Sin embargo, dada
la gran importancia que Kraepelin daba a encontrar la base
neuropatológica de los desórdenes psiquiátricos, decidió nombrar la
enfermedad alzheimer en honor a su compañero.
Por lo general, los síntomas iniciales son la inhabilidad de adquirir
nuevas memorias y suelen ser confundidos con actitudes relacionadas con
la vejez o a estrés.[8]
Ante la sospecha de EA, el diagnóstico se realiza con evaluaciones de
conducta y cognitivas, así como neuroimágenes, de estar disponibles.[9]
A medida que progresa la enfermedad, aparecen confusión mental,
irritabilidad y agresión, cambios del humor, trastornos del lenguaje,
pérdida de la memoria de largo plazo y una predisposición a aislarse a
medida que los sentidos del paciente declinan.[8] [10] Gradualmente se pierden las funciones biológicas que finalmente conllevan a la muerte.[11] El pronóstico para cada individuo es difícil de determinar. El promedio general es de 7 años,[12] menos del 3% de los pacientes viven por más de 14 años después del diagnóstico.[13]
La causa de la EA permanece desconocida. Las investigaciones suelen asociar la enfermedad a la aparición de placas seniles y ovillos neurofibrilares.[14]
Los tratamientos actuales ofrecen moderados beneficios sintomáticos,
pero no hay tratamiento que retarde o detenga el progreso de la
enfermedad.[15]
Para la prevención de la EA, se han sugerido un número variado de
hábitos conductuales, pero no hay evidencias publicadas que destaquen
los beneficios de esas recomendaciones, incluyendo estimulación mental y
dieta balanceada.[16] El papel que juega el cuidador del sujeto con EA es fundamental,[17] aun cuando las presiones y demanda física de esos cuidados pueden llegar a ser una gran carga personal.[18] [19] [20]
El día internacional del Alzheimer se celebra el 21 de septiembre, fecha elegida por la OMS
y la Federación internacional de Alzheimer, en la cual se celebran en
diversos países actividades para concienciar y ayudar a prevenir la
enfermedad.