![](http://3duwwa.bay.livefilestore.com/y1pIhUNSah6yI0Ety5zQMysgJaxXx2Midi2KrhMHeDlR4zlQ7AA-Nw9SqnP8szw2Hnfz5SC5IbFCwh8yXgR0R4tZFq9zIWo6qA_/Separador.png)
![](http://3duwwa.bay.livefilestore.com/y1p6ewbmKEdjlfZGuMN09-nRN3RosIJOsfB95CbBWK935g9WXWtQO1wTf5ei39GhsiiXNleSxu2Hw1jAV017myFEu8HPbZpCfDx/Firma.jpg)
![](http://3duwwa.bay.livefilestore.com/y1pIhUNSah6yI0Ety5zQMysgJaxXx2Midi2KrhMHeDlR4zlQ7AA-Nw9SqnP8szw2Hnfz5SC5IbFCwh8yXgR0R4tZFq9zIWo6qA_/Separador.png)
Abarbanel, Farías o Pinedo,
arrojados de España por impía
persecución, conservan todavía
la llave de una casa de Toledo.
Libres ahora de esperanza y miedo,
miran la llave al declinar el día;
en el bronce hay ayeres, lejanía,
cansado brillo y sufrimiento quedo.
Hoy que su puerta es polvo, el instrumento
es cifra de la diáspora y del viento,
afín a esa otra llave del santuario
que alguien lanzó al azul cuando el romano
acometió con fuego temerario,
y que en el cielo recibió una mano.
Jorge Luis Borges
|