Así estás
todavía de pie bajo la lluvia,
bajo la clara lluvia de una noche de
invierno.
De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,
de pie bajo la lluvia
te encuentra mi recuerdo.
Siempre he de recordarte de pie bajo la
lluvia,
con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos
y tu voz que
nacía del fondo de tus ojos
y tus manos cansadas que se iban en el
viento
y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles
y hasta la hoja
aquella que te cayó en el seno
y el rocío nocturno dormido en tus pestañas
engarzando diamantes en tu vestido negro.
Así estás
todavía lejanamente cerca
desde tu lejanía de sombra y de silencio.
Mi
corazón te llama de pie bajo la lluvia,
de pie bajo la lluvia te acercas en
el sueño.
La vida es tan pequeña que cabe en una noche.
Quizá fue que en
la sombra me encontré con tu beso
y por eso me envuelve, de pie bajo la
lluvia,
el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.
Sí, me has
dejado triste porque pienso que acaso
ya no estarás conmigo cuando llueva de
nuevo.
Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia
con las manos
temblando de frío y de deseo.
Pero aunque habrá otras noches cargadas de
perfumes
y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,
siempre he de
recordarte de pie bajo la lluvia,
bajo la lluvia clara de una noche de
invierno...
José Ángel
Buesa.