Usa tus ojos
para ver la belleza de la vida,
o
para ver el interior de las personas.
No
los uses para criticar maliciosamente
de
cómo se ven o se visten los demás,
o
para juzgar a las personas sólo por sus
apariencias.
Usa tus oídos
para escuchar a tu prójimo
y
poder ofrecerle una palabra de aliento;
para escuchar los sonidos
agradables
que te ayudan a olvidar las
dificultades
y
edifican tu interior.
No
los uses como un arma,
o
para envenenar a los demás,
creando cizañas con lo escuchado.
Usa tu olfato
para percibir el olor de las flores, del perfume, del
amor.
No
lo impregnes, con los malos olores, como lo
son
el
odio, el egoísmo, la traición.
Usa tu gusto
para saborear el triunfo de tus metas
alcanzadas;
de
los logros obtenidos con esfuerzo y
dedicación.
No
lo uses para saborear las derrotas de otros,
o
cuando algo les sale mal.
Usa tu tacto
para sentir y dar amor; para tocar a las
personas
con tus deseos positivos, con tu
caridad.
No
lo uses para pedir injustificadamente,
o
para golpear sin piedad.
¡El sexto sentido, el más
importante!
es
el que nos da la sabiduría para distinguir
la
diferencia entre los otros sentidos; entre el bien y el
mal,
entre dar o recibir, entre salvar o
matar.
A
veces miramos sin ver,
oímos sin escuchar,
olemos sin percibir,
probamos sin saborear,
tocamos superficialmente.
¡Usa los sentidos sabiamente,
no
se trata de cuántos tengas,
sino de cómo los
utilizas!
Mychelle de Secret