Nace el amor cuando menos lo piensas, se acaba el tiempo reseco de las nomeolvides, del deseo marchito y agobiante, los corazones laten de una manera misteriosa, callada, y nuestras fotografías son láminas de un álbum que nadie más llenó.
Los zapatos hacen cantar al pavimento su romanza de antaño, y sin que podamos evitarlo nos sorprendemos saltando un poco, nos hacemos estampa de esta dicha que ha nacido después de la lluvia, bajo un sol de enero.
Las mañanas son calladas cuando pienso en ti, tienen un rumor venturoso, son mejores que el salmón y la champaña de hace tiempos. No has nacido del fondo de una mente turbulenta, tu rostro tiene el don de los ídolos pequeños, no hace falta llamarlo para que acuda a la cita. Nuestro afán es distinto, y podemos asegurar que es pasto, es agua clara, volvemos a repetir el nombre amado, y los días se van sin amargura.