Aún recuerdo y tengo muy presente aquel niño que soñaba con tener un amor, cierro los ojos y lo veo todavía escribiendo sus primeras letras, plasmaba en ellas un mundo lleno de ilusiones. Recuerdo como junto con su amor y motivación crecía dejando a su paso semillas que no sabía si darían fruto o no, el paso a su meta nadie detendría.
Hoy, aunque mi espejo refleje a un joven sé que lo que hago hoy no es más que la continuación de lo que aquel personaje sembró con sus sueños. Hoy tienes aquí una semilla más, que trae consigo todos los sentimientos que este ha acumulado desde que era aquel inocente soñador, la deposito en tu corazón porque sé que sólo ahí podrá dar frutos...