Hola…
En el Evangelio de ayer domingo, veíamos a Jesús que, al salir de la sinagoga, comienza a cumplir su misión sanadora de los seres humanos en el ámbito donde se encuentra: la casa de su amigo Pedro, la calle, las aldeas vecinas. Desde el primer momento de su vida pública, Jesús quiere ponerse en contacto con el sufrimiento humano. Se acerca al dolor sin aspavientos ni palabras altisonantes. Nos ofrece su mano para curarnos y liberarnos de todas nuestras fiebres: envidia, prepotencia, rutina, egoísmo, insolidaridad... En nombre de Dios, Jesús ama, sana y perdona a todos incondicionalmente; con esta convicción se acerca a la gente. Jesús humaniza, acoge, consuela, devuelve la dignidad y la alegría, libera y sana.
¿Sabemos nosotros curar? ¿Nos distinguimos por nuestro buen corazón? ¿Pasamos de largo sin ver o sin querer ver el sufrimiento de las personas? Necesitamos ser sanados, individual y socialmente. Y ser sanadores de los demás. Como Jesús.