AMANTE, EL MAR
Se adormece el
silencio. La colina va perdiendo la luz. Tú, en el ocaso, renaces sobre el
mar, como un pegaso cabalgando las aguas, pura ondina.
Sobre la
superficie cristalina, entre ola y ola de espumoso raso, qué integral es
su abrazo, y qué fracaso si el mío a otro interés se subordina.
Sal de
ese mar que se declara tuyo. Si él te posee, yo me disminuyo, y sólo serás
mía en tierra firme.
Oh, qué tarde fatídica, tan lenta. Amante el mar
te arropa y me atormenta, y no sé si quedarme o
despedirme.
Texto de Francisco Álvarez Hidalgo
|