Un hombre tenía dos caballos y quería deshacerse de ellos; el plan era enterrarlos vivos en un hondo hoyo abierto en la tierra.
Los caballos tenían actitudes diferentes frente a la vida, así que llegado el en que su dueño los iba a sepultar, uno de ellos, el que creía que debía seguir viviendo pues tenía un propósito,
comenzó a sacudirse la tierra que le caía en el y a pisarla fuertemente para ir creando una base para sí mismo;
el otro, sin embargo, se resignó a morir sin más y sólo agachaba la cabeza con cada palada de tierra que caía sobre él.
Finalmente, mientras el caballo resignado quedaba enterrado, el otro logró salir del hoyo y pudo seguir viviendo.
En la vida siempre enfrentaremos problemas.
Es más, quizás hasta se nos eche tierra (la tierra de las críticas, las calumnias o cualquier otra cosa), pero está en nuestra decisión cómo responderemos a cada circunstancia que nos asedie.
Somos libres para tomar las riendas de nuestras vidas, y al mismo tiempo somos los únicos responsables de la manera en la que vamos a vivir.
o bien podemos resignarnos ante los embates de la vida y morir, sepultados por las presiones grupales, por el temor al qué dirán, por el temor a tomarnos un momento para reflexionar sobre quiénes somos en realidad, por el temor a vivir nuestros propios sueños.
Mas, también podemos decidir sacudirnos la tierra y seguir adelante, en cuyo caso cada desafío se convertirá en nuestra oportunidad para seguir desarrollando un carácter firme y decidido.
¿Cómo queremos vivir?
¿Será que estamos en este mundo para ocultar nuestros sueños, mientras estos mueren de inanición porque no hemos querido alimentarlos?
¿Es que acaso no podemos cambiar nuestra vida y elevar nuestra vista hacia la cumbre?
¿Estamos condenados a la mediocridad?
¿O es que con todo el potencial que tenemos podemos hacer grandes cosas?