|
General: Aún queda mucho por aprender
Elegir otro panel de mensajes |
|
Aún
queda mucho por aprender
Del libro
Extrañando a
DINA, escrito por el
psicólogo costarricense Mario Alonso Madrigal, es la siguiente prosa
poética.
Yo, que creí saber tanto
respecto a relaciones amorosas, últimamente, sin querer y sin darme cuenta,
observando mis experiencias, mis aciertos y sobre todo, mis errores, he visto
que en materia de amor, aún me falta tanto por APRENDER... por
ENTENDER... por
CAMBIAR... por
CORREGIR... por
ACEPTAR... por
MEJORAR...
DEBO
APRENDER que enamorarme no es
obsesionarme ni irme a los extremos. DEBO
APRENDER a no poner toda la
motivación de mi vida en solo una persona. DEBO
ENTENDER que no se debe rogar
amor y que una relación de pareja no es para vivir angustiado.
DEBO
APRENDER que si pretendo tener
una relación de adulto, debo comportarme como tal.
DEBO
ACEPTAR que en el amor como en
cualquier otra cosa de la vida, existen los tropiezos, las caídas y los dolores,
y el miedo solamente dificulta más las cosas. DEBO
APRENDER que no es bueno
sobrevalorar, endiosar, ni idealizar a nadie. Porque todos somos humanos y no
debo esperar de mi pareja más de lo esperable de un ser humano.
DEBO
APRENDER que es bueno ser como
soy, siempre y cuando eso no implique irrespetar a quien esté
conmigo.
DEBO
ACEPTAR que en algunas ocasiones
es necesario pasar por un gran dolor para conocer una gran felicidad, ya que a
veces el suelo del fondo es el más apto para brincar.
DEBO
ENTENDER que la confortabilidad
brindada por la rutina es engañosa, porque la realidad está en constante cambio,
por eso es necesario aprender a tolerar la inseguridad natural de la vida
cotidiana.
DEBO
ACEPTAR que los planes pueden
desaparecer en un instante, porque el futuro se mueve como él desee y no como a
mí me dé la gana. Si este me permite hacer algunas cosas sobre él, debo estar
agradecido y no lamentándome por lo que no pude hacer.
DEBO
ACEPTAR que alrededor del amor
se han creado muchas mentiras. Por eso debo dejar de volverle la cara a la
verdad solo para seguir en una falsa comodidad o por miedo al dolor. Si la vida
me demuestra que aquello en donde puse mi corazón es una farsa, debo aceptarlo;
llorando, desahogándome y renaciendo como una nueva persona.
DEBO
MEJORAR mi amor propio, para que
la partida de quien quiero no me haga sentir despreciado, humillado o rechazado.
Para no ser tan sensible al abandono. Para no terminar creyendo que me dejaron
por feo o por tonto, y aceptar que simplemente funcionó el tiempo necesario.
Para no arrastrarme poniéndome de alfombra a los pies de nadie.
DEBO
ACEPTAR que agradarle a alguien
hoy no garantiza el agradarle mañana. Y eso no tiene por qué ofenderme si lo
acepto... Si acepto que a veces las personas no pueden dar más. Si acepto que
quien esté conmigo tiene derecho a no estarlo, y a que yo ya no le guste. Si
acepto que quien amo tiene derecho a tomar sus propias decisiones, aunque a mí
no me satisfagan.
DEBO
RECORDAR que a veces lo bueno se
obtiene esperando, y presionando se arruina. Por eso es necesario tener
paciencia, esperar tranquilamente y RECORDAR que la impaciencia es producto de
un impulso emocional, el cual tal vez pronto pasará. Que la impaciencia asfixia
a quien está conmigo. Que la presión se puede convertir en irrespeto. Que tomar
una decisión mientras estoy impaciente es peligroso, porque estoy influido por
un estado emocional extremo y pierdo toda objetividad. Ahí no va mi verdad sino
mi impulso, mi compulsión, y podría hacer algo de lo que me arrepienta. Además,
si soy paciente no veré la espera como sufrimiento.
DEBO
APRENDER a no ser posesivo. Que
alguien se marche no es perder una pertenencia que me gustaba mucho. Mi pareja
no es mía, es prestada, y «su dueño» tiene derecho a llevársela cuando desee. Y
aunque ser dueño de alguien brinde más seguridad que tenerlo prestado, debo
entender que eso es una ilusión. Aunque la crea mía, no lo es, por lo tanto no
puedo decidir sobre la vida de quien esté conmigo. No puedo esperar que actúe
solo de acuerdo con mis deseos. No debo controlarle, manipularle, adueñarme de
ella ni decidir su destino. No debo reclamarle a la vida por hacerme devolverle
lo que me prestó.
Pero sobre todo
DEBO APRENDER QUE NUNCA
DEJARÉ DE APRENDER, y mientras continúo
aprendiendo, debo permitirme vivir y sentir. Y ahora, que me empiezo a recuperar
de los dolores sufridos gracias a ni siquiera haber aprendido que aún queda
mucho por aprender, lo único restante por hacer es, en medio de unas cuantas
lágrimas, tomar un gran suspiro y decirme a mí mismo: ¡Bueno amigo...volvamos a
empezar!.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 2 de 2
Siguiente
Último
|
|
|
|
|
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados | |
|
|