De vez en cuando la alegría tira piedritas contra mi ventana, quiere avisarme que está ahí esperando pero me siento calmado, casi diría ecuánime. Voy a guardar la angustia en un escondite y luego tenderme de cara al techo que es una posición gallarda y cómoda para filtrar noticias y creerlas. Quién sabe dónde quedan mis próximas huellas, ni cuándo mi historia va a ser computada. Quién sabe qué consejos me voy a inventar aún y qué atajo hallaré para no seguirlos. Está bien , no jugaré al desahucio, no tatuaré el recuerdo con olvidos, mucho queda por decir y callar y también quedan uvas para llenar la boca. Está bien, me doy por persuadido, que la alegría no tire más piedritas. Abriré la ventana, abriré la ventana. MARIO BENEDETTI