¿Has oído a los ojos suplicar por un beso, por un encuentro tan sólo por uno de ellos en el trémulo roce de unas miradas? ¿O has visto cómo pululan las mariposas en las flores a espaldas de los enamorados? Así besan mis cristales luminosos el paso de tu cuerpo y aletean en mi corazón encantado candelillas en las gardenias de mi alma ilusionada, porque tú eres el sol el agua que en su fuente emana lunas resplandecientes al paso de la noche, sacudiendo con su crudo silencio las células de mi piel. ¡Eres luz! ¡Mi propia luz! Nacida para alimentar el amor, los sueños aquellos que me revisten que me bañan de tus caricias en la noche dormida.