Por muy diferentes motivos, sean
familiares, económicos, sociales, o laborales, muchas veces nos
olvidamos de sonreír. Y dejamos de lado el sentido del humor, la mejor
cura para las depresiones, que se han convertido en un mal endémico del
siglo XXI. Reírse no sólo beneficia nuestras emociones sino que modifica
nuestro cerebro de forma positiva y fortalece el cuerpo. Así lo explica
para Agencia EFE la Doctora Natalia López Moratalla.
(EFE).- La Doctora López ha comentado a
Efe que el cerebro es como un “disco duro”. Todas las experiencias
humanas crean un proceso de activación o inhibición de conexiones entre
neuronas, generándose de esta forma unos circuitos que se fortalecen
cuando las señales circulan a menudo por ellos.
Se trata de una “memoria bioquímica”
entre neuronas que se desarrolla menos en “alguien que no ha pensado,
que no ha amado, que no ha tenido emociones”, porque todo deja huella en
el cerebro”. Podría decirse entonces que si nos esforzamos por tener
pensamientos positivos ante los contratiempos y dificultades, nuestro
cerebro memorizará esas conexiones positivas, haciendo que con el
tiempo, y sin esforzarnos tanto, tendamos un poco más al optimismo y no
veamos las cosas tan mal. De igual modo, merece la pena esforzarse por
ser conscientes de todo lo bueno que tenemos a nuestro alrededor.
La catedrática ha subrayado que el humor
responde a un mecanismo cerebral precioso y sorprendente, que está
siendo muy investigado por la neurociencia y que se origina en un área
denominada ‘central de detección de errores’.
Al escuchar un chiste por ejemplo, el
cerebro procesa el lenguaje y, cuando la historia toma un giro absurdo,
la ‘central de errores’, que está situada entre los dos hemisferios
cerebrales, detecta el error y sincroniza lo lógico y lo ilógico de la
narración.
Al conseguir detectar el error, el
cerebro obtiene una ‘recompensa’ a través de la liberación de dopamina,
una hormona que genera una sensación de regocijo que se termina
somatizando en una carcajada que, a su vez, fortalece el corazón y
genera respuestas somáticas saludables.
López ha señalado en ese sentido que el
mecanismo cerebral del humor es muy complejo, pero innato al ser humano
porque es un mecanismo que se expresa de igual forma en todas las
culturas, en todas las edades. La risa significa alegría y felicidad
universalmente y en todas las épocas.
Lo
que sí existen son algunas diferencias entre el sentido del humor de
hombres y mujeres, ya que la parte cognitiva del mismo es igual, pero no
la parte emocional.
A los hombres lo que normalmente les hace
soltar la carcajada es que algo sea absurdo, mientras que las mujeres,
por su forma de procesar las emociones, que es mucho más intensa,
necesitan que lo absurdo además sea divertido; porque una cosa
simplemente absurda no les hace gracia.
También hay algunas diferencias entre los
adolescentes y los adultos. Los primeros tienen muy poco sentido del
humor, porque captar lo ilógico y lo absurdo requiere una parte del
lóbulo frontal que aún tienen inmadura. Además, el sentido del humor
necesita una buena gestión de las emociones -(muchas veces, reírse
incluso de uno mismo)-, y los adolescentes tienden a procesar éstas de
una manera desproporcionada. Esperan muchísima recompensa de cosas que
no son para tanto.
Esta tendencia hace que los adolescentes
en general tengan menos sentido del humor, porque es más difícil que
capten bien la somatización de las emociones, y que vean en una cara lo
que está pasando.
El sentido del humor, destaca López
Moratalla, es especialmente importante en la sociabilidad, porque la
risa es convivencia. Las personas que nos hacen reír nos hacen felices,
no tanto porque nos hacen pasar un buen rato, sino porque en el fondo,
cuando nos reímos, aunque las cosas estén muy negras, todo se relativiza
un poco y eso nos fortalece anímica y físicamente.