Alabado sea
Jesucristo…
Gracias, Señor, muchas gracias por todos los dones que me
entregas. Gracias por todo lo que vi, escuché y recibí. Por el agua que me
lava, por la ropa que me viste, por el pan que me sustenta. Por la casa, por
los padres, por los hermanos y amigos. Por los conocimientos, esfuerzos y
trabajos. Por el tiempo que me diste, por la vida que me ofreces, por la
bendición de todos los días. Gracias por estar conmigo, Señor. Gracias porque
me escuchas y me tomas en serio. Gracias porque recibes mi agradecimiento de
hoy. Gracias, Señor, muchas gracias. Amén
¡Buenos días!
Transformado en hormiga
El P. Alfonso
Milagro, autor de libros muy vendidos, cuenta esta constatación: Encontré a un
hombre de buenas cualidades que casi las maldecía. Le pregunté por qué y me respondió:
“Porque hacen sombra, y eso no me lo perdonan”. Eso es la envidia, un
sentimiento de aguda incomodidad al ver a otro que tiene lo que deseamos. Lee
este curioso mito griego:
Cuenta la mitología griega que la hormiga
actual era en otros tiempos un hombre que, consagrado a los trabajos de la
agricultura, no se contentaba con el producto de su propio esfuerzo, sino que
miraba con envidia el producto ajeno y robaba los frutos a sus vecinos.
Indignado Zeus por la avaricia de este hombre, lo transformó en hormiga. Pero
aunque cambió de forma, no le cambió el carácter, pues aún hoy día recorre los
campos, recoge el trigo y la cebada ajenos y los guarda para su uso.
No te compares
nunca con los demás, porque todo humano tiene éxitos y fracasos, días de sol y
de nublados, épocas de penuria y
prosperidad. Enumera y goza en cambio tus propios bienes y agradécelos al Señor
y él te librará de la envidia. Que esta reflexión te ayude a vivir con sabiduría
y en paz tu propia vida, tu concreta realidad.
Padre Natalio