Alabado sea Jesucristo…
Aspira
al éxito no a la perfección. Nunca renuncies al derecho que tienes de
equivocarte, porque, si no, perderás la capacidad de aprender cosas
nuevas y de avanzar en tu vida. De hecho, tenemos que aprender a
reconocer que nos equivocamos todos los días, y no tomarlo como un peso
que agobie sino como un aprendizaje que poco a poco nos llevará a ser
mejores, aunque sea en el final de nuestras vidas en este mundo.
Recuerda
que el miedo siempre se oculta bajo las ansias de perfección. Encarar
tus miedos y permitirte a ti mismo el derecho de ser humano puede,
paradójicamente, hacerte una persona muchísimo más fecunda y feliz. Y
eso redundará en beneficio tuyo y de los que te rodean.
Pídele
a Jesús la fortaleza necesaria para trabajar cada día en pos de ser
mejor persona. Y a María, su protección maternal para llevarnos de la
mano, como lo hizo con Jesús al lado de José, su esposo manso y siempre
bien dispuesto.
¡Buenos días!
12 cosas memorables
El
paso fugaz del tiempo es percibido por todos. “Ay, cómo huye el tiempo
irreparable”, constató el poeta Virgilio. También el salmista (S. 90)
dice que, aun si llegamos a los 70 y 80 años, al fin tenemos la
impresión de que han pasado a prisa, como volando. Por eso pide a Dios
te enseñe a valorar el tiempo para actuar con sabiduría. Es lo primero
para recordar…
1. El valor del tiempo.
2. El triunfo de la perseverancia.
3. El placer de trabajar.
4. La dignidad de la sencillez.
5. El mérito del buen carácter.
6. El poder de la bondad.
7. La influencia del ejemplo.
8. La tranquilidad del deber cumplido.
9. La sabiduría de la economía.
10. El perfeccionamiento del talento.
11. La alegría de crear.
12. La virtud de la paciencia
¿No
has comprobado que una palabra dura dicha en un acceso de ira te trajo
semanas de amargura? Un refrán tibetano afirma: “la paciencia en un
momento de enojo te evitará cien días de dolor”. Por la mañana pídele al
Señor toda la paciencia que necesites. Dile: “Concédeme hoy fortaleza,
paciencia y serenidad. Que nada ni nadie me perturbe”. Que así sea.
Padre Natalio