Hoy al despertar de mis sueños mis lágrimas se derramaban por mi cara, pues vi cómo en la realidad la violencia nunca acaba.
Dos niños unidos en sus juegos y con infantiles pensamientos jugaban a herirse uno a otro sin ningún tipo de lamento.
Mis manos se acercaban a ellos para parar esa violencia, pero era tan profundo mi sueño que el no llegar a ellos sólo me producía dolencia.
Uno de ellos con sus manos agarraba al otro de su cuello, mientras éste mismo reflejaba su cara un dolor inexistente; parecía que le gustara.
Logré llegar a ellos y separar a uno de otro, y al preguntar por qué hacían eso, simplemente me miraban y no me contestaban.
Mientras me miraban, puse en mis manos un pañuelo y les dije: "¿Ven aquella loma? Subid ahí y encontrareis una paloma".
Los niños fueron a loma y encontraron su paloma, al regresar de nuevo a mi ellos me dijeron: "¿esta paloma es tuya?".
Yo les dije: "Sí, pero ahora es tuya, sólo piensen en una cosa mientras estén con esa paloma, ella los protegerá del mal y el día que no la necesiten ella echará a volar".
Al cabo de los años volví a tener un sueño y vi a esos niños juntos, ahora ya mayores.
Uno de ellos portaba en sus manos una preciosa paloma. Al acercarme a ellos sólo me dijeron: "Gracias, esta paloma te pertenece, ahora no somos niños y ella ha estado a nuestro lado, nos ha protegido de esos sueños de niños jugando a violencia, porque ya nunca más la necesitaremos".
Me devolvieron mi paloma y entre mis manos mi pañuelo, ella se desvaneció poco a poco y yo desperté de mi dulce sueño.