Incertidumbre Diccionario emocional: llegamos al mundo ciegos de todo conocimiento
y vamos sumando interrogantes a cada paso Por Eduardo Chaktoura Con sus, apenas, 12 años, Macarena nos sorprende con la reflexión:
"Se dieron cuenta, hay más preguntas que respuestas". A sus 86,
el sociólogo polaco Zygmunt Bauman declaró hace meses en una
entrevista que después de años de vida y estudio, si de algo está
convencido es de que "lo único que tenemos es la incertidumbre". Al parecer, a toda edad no hay lugar a dudas respecto de que la duda
es lo que motoriza nuestra vida, nuestras conductas, nuestras búsquedas. La duda nos motiva, promueve la creatividad, la flexibilidad; el amor,
el deseo, la necesidad básica y esencial por el conocimiento.
Cuando en este espacio nos referimos a la palabra sabiduría, celebramos la
idea del antropólogo francés Claude Lévi-Strauss: "El hombre sabio no da
las respuestas correctas, sino que propone las preguntas adecuadas".
Aquí estamos. Preguntándonos. Intentando crecer, ser cada día
un poco más sabios. Más allá de cuestiones biológicas y genéticas básicas, llegamos
al mundo ciegos de todo conocimiento; y vamos sumando interrogantes a
cada paso. Ese llanto al nacer sólo lo calma el abrazo de una madre o de
quien sepa darnos cobijo, alimento e identidad; sin siquiera saber qué
será de ella y de nosotros, qué nos enseñará, qué aprenderemos de su mano,
de nuestro padre, de nuestro entorno., qué descubriremos por nosotros mismos.
Nos preguntamos casi sin saber que todo lo que nos despierte
incertidumbre en la vida nos ayudará a descubrir y re significar aquello
que ya resulte disfuncional a nuestros verdaderos intereses. Así como promueve fortalezas y emociones positivas, lo incierto nos
angustia, nos paraliza. Eleva los niveles de ansiedad. Al parecer,
cuanta más información tengamos, menores serán los niveles de incertidumbre
pero, ahora bien, ¿cuán justa y necesaria es la información que buscamos
y encontramos? ¿Quién y cuáles son nuestras fuentes?
¿Cuán creíbles y confiables son? Las preguntas que nos hacemos, así como el tipo de oráculo que consultemos,
seguramente darán cuenta no sólo de nuestras conductas sino de nuestros
deseos, intenciones y proyectos de vida. Alguna vez, en ajuste con esta
modernidad de fuentes inmediatas, parafraseé desde lo simbólico:
"Dime qué googleas y te diré quién eres". El exceso de información y el
camino equivocado para calmar la incertidumbre también incrementan
los índices de ansiedad y, en definitiva, de desconcierto. ¿Cuáles son nuestros pensamientos y sentimientos habituales?
¿Hacia dónde están orientadas nuestras búsquedas?
¿Cuán auténticas o solapadas son nuestras incertidumbres?
Si bien necesitamos respuestas permanentes para calmar las voces
interiores de la incertidumbre, sólo más preguntas
(o preguntas más esenciales que otras) pueden salvarnos en nuestra
búsqueda emocional de cada día. Esas respuestas esenciales están en nosotros o en la experiencia misma,
más allá de las enciclopedias o los buscadores de Internet. Como dice
Macarena y certifica Bauman, siempre habrá más preguntas que
respuestas. Y por ende, lo único que tenemos y
tendremos es la incertidumbre.. El autor es psicólogo y periodista
Con Cariño Y Mucho Amor!!
Carlitos
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