De modo que decidieron no darle más alimento al estómago.
Las manos dejaron de llevarlo a la boca,
los dientes dejaron de masticar y la garganta dejó de tragar.
Pensaban que con ello obligarían al estómago a despabilar.
Pero lo único que consiguieron fue debilitar el cuerpo,
hasta el punto de que todos ellos se vieron en auténtico peligro de muerte.
De este modo fueron ellos, en definitiva,
los que aprendieron la lección de que,
al ayudarse unos a otros, en realidad trabajaban por su propio bienestar.
Anthony de Mello