ENFERMEDADES DE LA NIÑEZ
A una boca vendida, a una infame boca, cuando sintió el impulso que en la vida a locuras supremas nos provoca, dio el primer beso, hambriento de ternura en los labios sin fuerza, sin frescura. No fue como Romeo al besar a Julieta; el cuerpo que estrechó cuando el deseo ardiente aguijoneó su carne inquieta, fue el cuerpo vil de vieja cortesana, Juana incansable de la tropa humana. Y el éxtasis divino que soñó con delicia lo dejó melancólico y mohíno al terminar la lúbrica caricia. Del amor no sintió la intensa magia y consiguió... una buena blenorragia.
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