Alabado sea Jesucristo…
El padre Arrupe, que fue general de los jesuitas, cuenta que en 1945 vivía en Hiroshima en el momento en que cayó la bomba atómica sobre la ciudad. Acababa de celebrar la misa, cuando una luz cegadora redujo a cenizas la ciudad y, en pocos minutos, dejó más de 200.000 entre muertos y heridos. Nadie entendía nada. Su primera reacción fue ir a la capilla para pedir ayuda a Dios.
Dice el sacerdote: "Por todas partes, muerte y destrucción. Nosotros, aniquilados por la impotencia. Salí de la capilla y la decisión fue inmediata: Haríamos de la casa un hospital. Me acordé de que había estudiado medicina. Años lejanos ya, sin práctica posterior, pero que en aquellos momentos me convirtieron en médico y cirujano. Fui a recoger el botiquín y lo encontré en ruinas, destrozado, sin que hubiera en él aprovechable más que un poco de yodo, algunas aspirinas, sal de frutas y bicarbonato"
Pero en aquel hospital, que no era hospital, y con el médico, que no era médico, se aliviaron muchos dolores, fueron suavizadas muchas muertes y curados no pocos. Hicieron lo que pudieron. En todo caso, mucho más de lo que hubieran hecho, si sólo se hubieran lamentado.
¡Buenos días!
Feliz quien ha escuchado
La vocación consagrada es un llamado que Dios hace a quien él quiere, y que exige una gran renuncia de sí mismo para poder amar a todos. Es un servicio, es un testimonio, es amor. Es en definitiva, un llamado a vivir plenamente la gracia bautismal. Es vivir un riesgo absurdo a los ojos de los hombres, pero maravilloso a la luz de la fe.
Feliz quién ha escuchado la llamada al pleno seguimiento del Maestro,
feliz porque él, con su mirada, lo eligió como amigo y compañero.
Feliz el que ha abrazado la pobreza para llenar de Dios su vida toda,
para servirlo a él con fortaleza, con gozo y con amor a todas horas.
Feliz el mensajero de verdades que marcha por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades, pregonando la paz contra las guerras.
¡Vocación! Está claro que dejándolo todo para seguirte, no sólo no pierdo nada, sino que lo gano todo... Todas las cosas las hemos dejado para seguirte, ¿qué nos darás? "Ustedes que todo lo han dejado para seguirme recibirán el ciento por uno y después poseerán la Vida eterna... Yo seré tu recompensa infinita". Todo bautizado debería pensarlo.
Enviado porel P. Natalio
|