Alabado sea Jesucristo…
El Día internacional del Amigo tiene origen en Argentina, y se lo debemos a Enrique Ernesto Febbraro, profesor de psicología, filosofía, músico y odontólogo.
El 20 de julio de 1969 mientras miraba por TV la llegada del hombre a la Luna, se prometió a sí mismo que ese sería para siempre el Día del Amigo. Antes que la Apolo 11 regresara a la Tierra, desde su consultorio de Lomas de Zamora, donde vivía entonces, envió mil cartas a cien países y, a vuelta de correo con 700 respuestas, había quedado fundado el Día del Amigo.
Cuando Neil Armstrong pisó la Luna y dio “un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad”, consideró que había madurado su idea de dedicarle un día al amigo. “Escuché que el alunizaje del módulo era un gesto de amistad, desde la humanidad hacía el universo. ¡Ya está, es el día elegido!, dije. Actualmente se celebra en unos cien países y está en la agenda del corazón de los argentinos”.
Desde “Pequeñas Semillitas” saludamos con afecto a todos los amigos que siguen esta publicación. ¡Bendiciones para todos!
¡Buenos días!
Sócrates y la amistad
Los amigos son escasos. Los puedes contar con los dedos de la mano y siempre te sobrarán dedos. Por eso tal vez no tengas muchos, pero los que tienes siempre serán suficientes para llenar tu alma. Un amigo es como la perla evangélica que, cuando la encuentras, vas y vendes todo, con tal de poseerla.
Construía Sócrates una pequeña casa, en las afueras de Atenas, cuando algunas personas le preguntaron para qué serviría esa minúscula habitación. Él contestó que era para sus amigos. Admirados le replicaron que ahí no cabría casi nadie y entonces, con su ya tradicional y fina ironía, respondió: —¡Qué diera yo por poder llenarla!
“Un amigo no es un hermano de sangre, sino del corazón. Por eso un hermano puede ser tu amigo, pero un amigo siempre será tu hermano. Un amigo siempre estará ahí, aun cuando no lo necesites. A un amigo lo necesitas porque lo quieres; no lo quieres porque lo necesitas. Con tus conocidos hablas, con tus amigos te comunicas. Un conocido te oye, un amigo te escucha, y lo más importante es que no te escucha con sus oídos, sino con su corazón”. Dios te conceda el tesoro de uno o más amigos.
Enviado por el P. Natalio