Alabado sea Jesucristo…
Una oración que tiene sólo una palabra: los otros. No es generosidad; es exigencia de vida. Sin los otros estoy muerto, soy un sueño, una sombra, soy nada. Los otros son los que mejor me revelan la realidad que soy. Son ellos mi Dios y son yo mismo.
Entre los otros, Señor, están los que duermen, los que desesperan, los que tienen hambre, los que son esclavos. Para ellos quiero ser grito, esperanza, pan y libertad. Están los que tienen sed de toda justicia y fe en todo gesto humano. Quiero estrechar su mano para caminar junto a ellos sin preguntarles...
Están en mi barca, sueñan la misma orilla, aunque no todos le den el mismo nombre; hablan una misma lengua: la que quiere liberar al ser humano de toda esclavitud. Juan Arias
¡Buenos días!
Convertida por la Eucaristía
Isabel Ana Seton nacida en la religión anglicana (1774) en nueva York, se casó con un rico comerciante y fue madre de cinco hijos. Quedó viuda a los 30 años. Movida de amor a Jesús presente en la Eucaristía, se hizo católica cuando tenía 31 años (1805). Fundó una congregación para educación de las niñas. Es la primera santa estadounidense elevada al honor de los altares (1975).
En un último intento para restaurar la salud de su esposo, Isabel había partido para Livorno, Italia, llevando también a la hija mayor (8 años). Pero su esposó empeoró y murió. Regresó a Nueva York y buscó la paz en su propia Iglesia anglicana. Un día se sentó en una silla de su templo, desde donde podía ver la torre de la vecina iglesia católica, y mirando el altar vacío de su templo, comenzó a hablar con Jesús, presente en la Eucaristía de la iglesia católica cercana. Así empezó a sentir un profundo amor a Jesús Sacramentado, que la atraía como un imán, y éste fue el comienzo de su conversión.
En Italia, Isabel se había hospedado en casa de una familia católica muy amiga. Un día encontró Isabel un libro de oraciones. Lo abrió al azar y comenzó a leer: “Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir...” Cada palabra le llegaba al alma con inmenso consuelo. Desde ese día pidió a Nuestra Señora le mostrase el camino que debía seguir.
Enviado por el P. Natalio