Alabado sea Jesucristo…
Gracias por el sentido del gusto, por mis gustos concretos y los sabores que puedo distinguir y tengo la suerte de probar.
Gracias por la comida compartida, por tu Palabra narrada como Buena Noticia en torno a la mesa.
No dejes que la lengua se me vuelva amnésica, no dejes que me sacie y me harte. Acompáñame en las tentaciones consumistas e insolidarias.
Enséñame a compartir. Enséñame a mirar con cariño y esperanza mis recursos y a confiar en su capacidad multiplicadora,
Mercedes Navarro
¡Buenos días!
Penicilina al bautizado
En la Biblia se da mucha importancia al nombre de las personas: en cierta manera indica su naturaleza y su misión. Jesús dice al Padre que él había «manifestado su nombre a los hombres» (Jn. 17:6), es decir, su misma naturaleza divina. El cambio de nombre significa que la persona adquiere nuevas capacidades para una nueva misión. Por ejemplo: Jesús pone a Simón el nombre de Pedro: le da firmeza como para ser fundamento de la Iglesia
Un padre misionero que llegó al pueblito, se dedicaba no sólo a cuidar la salud espiritual de los fieles sino también la salud física. Una tarde un paisano llegó del campo para hacer bautizar a su hijita. —Mire, padrecito, ando con ganas de cristianar a mi niñita. —Cómo no, mi amigo, para eso estamos. Al empezar la celebración el sacerdote vio una infección en el bracito de la nena y pensando que era necesaria una curación inmediata, dijo al paisano: —Mire, señor, a esta chica hay que ponerle penicilina. A lo que el paisano un poco enojado le respondió: —No, no, no, usted a mi hija le pone “Ruperta”, o ya mismo la llevo a otro cura.
Lo del cambio del nombre es tan notable en la Biblia, que un día todos los que entren triunfantes en la Jerusalén celestial recibirán un nombre nuevo, adecuado a los redimidos del Señor (Ap. 3:12). Alabemos a Jesús, que significa “salvador”, porque para eso nació para salvarnos del pecado y de la muerte eterna.
Enviado por el P. Natalio